Pero adentrándome
un poco más en el baúl de mis recuerdos,
doy con un hecho muy importante en mi vida personal y ocurrió el Jueves 29 de
abril de 2004, durante la cuarta etapa de la vuelta ciclista a El Salvador,
etapa que se disputo desde San Salvador hasta Santiago de María con un
recorrido de 140 kilómetros.
"Los Juanchos" junto al Comisario 3.
A bordo del Comisario
III, y en compañía del comisario
nacional Eduardo Ramírez, nos tocó en
esa ocasión, la difícil tarea de jueces
de avanzada, o dicha de otra manera y en pocas palabras limpiar el camino de
todo tipo de obstáculo ya sean caballos, vacas, piedras, troncos, parar y
desviar vehículos en sentido contrario, quitar carretas, avisar de los hoyos y
del estado de la calle, etc.
Muchas veces
por nuestra labor, no veíamos la carrera, pero teníamos la mejor opción a la
hora de la llegada, la primera fila en la línea de meta. Ese día, con un equipo
Cogeas como punta de lanza, nuestro compatriota Carlos Avalos se aventuro con
una escapada en la zona de Mercedes Umaña, el “chele” Avalos, aprovechando un
descuido y arropado por sus compañeros de equipos, logró lanzar el ataque perfecto
en plena cuesta y sacudirse las marcas de la media docena de chapines que intentaron
darle alcance entre ellos Fermín Méndez, Fernando Escobar, Abel Jochola, y Mario Seijas todos
gruesos escaladores.
Adelante nosotros
en el comisario 3, vía radio, nos enterábamos
de la situación de carrera, entre más nos acercábamos a la meta, mas crecía la emoción
y el compromiso de sacar una carrera limpia, sin percances, con un triunfo
local y celebración.
Arribamos a la
ciudad usuluteca de Berlín a mil metros sobre el nivel del mar, el calor había quedado
atrás, la ciudad parecía como abandonada, nada se movía, lentamente conduciendo
el llamativo vehículo oficial de caravana,
lleno de calcomanías e insignias de la vuelta y los patrocinadores, llegue a
una boca calle, cruce a la izquierda y de pronto, fuimos sorprendidos por los sonoros gritos provenientes de casi un millar de estudiantes de los diversos centros
estudiantiles que estaban estacionados
en el propio premio de montaña.
Milimétricamente
formados, los niños y jóvenes locales de la ciudad de Berlín, estoicamente bajo
el sol y de pie, recibían la punta de lanza de la caravana, los aplausos y
gritos hacia nosotros nos parecieron injustos, pero de pronto caí que ese era
nuestro premio, porque nosotros también éramos parte de esa fiesta, de esa
fiesta que mezcla países, sentimientos, pasiones, paisajes, carretera y ahora
todo un pueblo.
Me emocioné y
detuve la marca del vehículo, al tiempo que agradecimos ese hermoso gesto
lanzando dulces a los niños, quienes los recogieron y los disfrutaron al máximo,
decidimos enviar a otro grupo de avanzada, en espera del fugado “Kike” Avalos.
Fue increíble ver
y estar entre la ovación de aquellos chiquitines al ver a nuestro corredor
surcar el camino cuesta arriba del fraguado de piedras con rumbo a la ciudad de Alegría,
Avalos estaba a menos de 20 kilómetros de la meta, su fuga había sido efectiva,
Carlos Avalos ganó ese día la etapa y se corono campeón de dicha vuelta,
siempre he creído que el apoyo del público y de esos niños fue vital, fue como darle un empujón
en plena subida, aunque el nuestro hizo su parte, aquellos héroes anónimos hicieron
lo suyo.
Muchos son mis recuerdos en el mundo del ciclismo, pero
pocos son aquellos que me han hecho derramar lágrimas de felicidad, por haber
visto en el entusiasmo de aquellos niños, en su inocencia, en su anonimato y vitalidad, una gran ayuda sin pedir nada a
cambio.
La próxima edición de la VII Vuelta Femenina a
El Salvador, llegara el 27 de febrero a la ciudad usuluteca de Berlín, a donde no dudamos
será una gran fiesta deportiva a la hora de la llegada.
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