viernes, 21 de diciembre de 2012

La sangre teutona de Walter Reidel



 Walter Riedel (Izq.), recibe su trofeo de primer lugar
de la doble San Salvador – Cojutepeque.
 
 Su padre en 1900 al salir de Alemania, primero viajo vía barco a las Filipinas y no le gusto, se embarco nuevamente rumbo a Centroamérica y encontró en la eterna primavera de Guatemala su contacto con el continente, se enamoro de una salvadoreña y de esa relación nació Walter Riedel y aunque su padre termino sus últimos  años en Costa Rica, dejo en El Salvador la herencia teutona  en las piernas de uno de las más destacados corredores cuzcatlecos Walter Reidel.


Fue allá en la década de los años cuarenta, donde la figura deportiva de Walter Riedel  comienza a surgir en el pedal salvadoreño, dueño de un temple excepcional,  en su juventud fue el amo y señor de las carreteras en nuestro país. Uno de sus más sonados triunfos fue la conquista de la maratón ciclística de 170 kilómetros patrocinada por la revista el "Grafico Deportivo". 

Eran tiempos duros, donde los ciclistas no recibían el apoyo necesario, en un deporte emergente, donde había talento, pero que debido a la situación militar inestable del país, en las décadas de los 30´al 50´, que el deporte, comparado con la gran inversión realizada en la carrera armamentista de la época, no prospero.
 
Pero  hubo sangre y valor en los años cuarenta, ciclistas de la taya de Mario  Callejas, Mauricio Zúñiga, Gilberto Coto, Carlos Rosales y  Zarsol Rivas, entre otros, que opacaron de vez en cuando la cadena de victorias de Walter Riedel, en suelo cuzcatleco.
 
Walter Riedel  al frente, le sigue el guatemalteco Mario Alvarenga.

Llego el año 1951, y su nombre ya había traspasado fronteras, a tal grado que debido a su talento y calidad  fue invitado a participar en la gran  prueba Vuelta al Centro de México en bicicleta, evento que abriría la puerta a la gran Vuelta Ciclista a México, que patrocinaba la cadena de periódicos García Valseca del diario deportivo Esto.
El salvadoreño Gilberto Coto escalando en las cercanías de Cojutepeque.


Según fuentes cercanas al corredor, que pidieron el anonimato, Walter Riedel toco puertas a varias empresas e inclusive al gobierno de turno, el cual le negó el apoyo, de modo que el corredor tomo un día su bicicleta y se marcho rumbo a México, rodando con él solo iban, su pequeño equipaje y su bicicleta.

Llego con unos días de anticipación a la cita ciclista, y mientras se entrenaba con miras a la gran carrera, en la autopista que conduce de Puebla a ciudad de México, colisiono con un camión y murió en el acto. Su juventud y su futuro quedaron esparcidos en el asfalto de aquella autopista. Su trágica muerte llenó de luto el deporte nacional. Hubo problemas para repatriar su cuerpo, hasta que al final su familia pudo darle cristiana sepultura en el cementerio de los ilustres en San Salvador.

Walter Riedel fue uno de aquellos corredores, formados en nuestro territorio, con poco recurso, pero con gran disciplina y dedicación alcanzo lo más alto del ciclismo en el área, su ejemplo es digno de imitar, he querido contar esta historia a todos aquellos jóvenes que se inician en el mundo del ciclismo, que ahora que comienzan a rodar, recuerden que en cada metro de este sagrado territorio, también han caminado grandes campeones que con poco fueron grandes y ese es su merito.

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