Después de caminar unos 20 minutos, llegue a la cima de la carretera, el punto para abastecer. Busque un sitio ideal para esperar la carrera, y escogiendo la sombra de un frondoso árbol de cerezas; me ubique a donde yo considere el mejor de los puestos. Ya instalado bajo el cerezo, colmado de frutos maduros que atrajeron mi apetito, y apaciguó mi eterna hambre. De uno en uno, cada dulce cereza me parecía de un delicioso sabor diferente, en medio de mi banquete estaba, cuando mis ojos se posaron sobre un anciano, quien sentado al frente de su casa, tenía la delicada misión de detener el tráfico vehicular, mientras las corredoras cruzaban la parte mas alta del Col´Jassans, en las afueras de la ciudad.
Velodromo de Eybens nuestro hogar.
En su mano izquierda una copa de vino y en la derecha un pedazo de madera con un circulo rojo y otro de color verde, que semejaba un semáforo, eran sus únicas herramientas para detener a los esporádicos conductores. Un vehículo llego a la zona, atendiendo la señal del señor, el auto detuvo la marcha, del interior cuatro niños y dos adultos descendieron apresuradamente para no perderse detalle alguno de la carrera, al pasar el grupo intrépido de corredoras, los gritos y aplausos de los infantes y sus padres llenaron de nuevo el ambiente calmo.Mis asistidas quienes viajaban en ese grupo fueron abastecidas, otros dos aficionados franceses me ayudaron cortésmente a repartir las ánforas entre las corredoras salvadoreñas que vestían uniformes rojos y azules del Cogeas Consulting.
Entre la batalla, vi a Elsa Márquez “La Risitos”, pelear palmo a palmo contra un buen numero de adversarias en su mayoría francesas, la vi sacrificándose por El Salvador, lejos de casa y de su familia, la muerte de su abuelita caería días después como un balde de agua fría en los sentimientos de su nieta preferida.
También vi pasar a: Michelle Ortiz, Wendy Uceda y Briceida Hernández, todas viajaban “reventadas” por el alto nivel y los fuertes promedios, ninguna abandono, Por su parte Evelyn García también batallaba por un puesto entre las mejores diez, aunque el trabajo de Evelyn era mas a largo que a corto plazo.
De pronto todas aquellas escenas, de la belleza del lugar, de la alegría de toda esa gente que ven el deporte como una necesidad social, de las chicas luciéndose y poniendo en alto el nombre de mi país, y mi soledad bajo aquel árbol de cerezas, que mis sentimientos se vieron afectados por aquel patriotismo nostálgico, por aquel sentimiento de impotencia de querer que en esos instantes todo el país viera la gesta de nuestras chicas. Me acorde de aquel país chiquito, de mi patria exacta, aquel de pocos recursos, de hambre y pobreza, de aquel país que todos llevamos dentro y que lejos de casa te hiere en el corazón el sentimiento de ser salvadoreño. Pero más que todo solloce, por que encarne propia había descubierto esa diferencia abismal entre la cultura gala y la nuestra, en cuanto a materia de ciclismo se refiere, la verdad duele.
Ese domingo llore bajo aquel árbol en la mañana triste, una pequeña llovizna me acompaño durante ese corto periodo de nostalgia, la lluvia caída del cielo gris, lavo mis lagrimas. Pasado algún tiempo, de nuevo las cinco chicas cuzcatlecas, cruzaban bajo un hermoso cielo azul de nubes blancas (como nuestra bandera) la hermosa campiña francesa. Ese día lejos de casa descubrí que cada ciclista tiene su propia historia… Cual es la tuya.
1 comentario:
Bueno la lucha se esta haciendo.adelante amigo.
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